viernes, julio 21, 2006

Acerca de las ganas de no hacer nada

Son vacaciones,
para no pensar me cuelgo
en el monitor de la computadora.
Duermo con los ojos secos
y me despierto tarde,
envuelta en las mismas sábanas.

Pesa escribir un cuento que exorcice,
leer los cinco libros que deje empezados,
anotar algo en mi diario, quitarme la pijama,
poner en el estéreo uno de mis discos que son doscientos.
Duele saber la fecha exacta en que regresaré a lo otro,
levantarse seis treinta de la mañana,
conducir sin observar,
hablar sin ser escuchada,
caminar por el mismo patio,
ir a sentarse y comer, rodeada de plática embustera
y miradas que no cobijan.
Conformarse y volver. Siempre volver.
Para no recordar me paro en la orilla de la computadora,
extraviada en pláticas ochocientas veces repetidas
y me doy cuenta que mis amigos no usan messenger.

Sólo hay deseos de ir a un concierto,
de escapar a la sierra
de conducir hacia el mar.
Pero mis ojos están secos
y amanecí otra vez
enredada en las mismas sábanas.